Esas almitas maltratadas, que los han burlado, engañado, ninguneado, abandonado a su suerte y aprendiendo solos. Un buen día terminan -aquí- en un hostil catálogo de subastas, buscando venganza. Usando como anzuelos sus torsos desnudos y sonrisas fingidas que disfrazan una autoestima deshecha; Jurando ser más guapo que otro, con el único fin de vaciarse en otros el daño acumulado, se complacen menospreciando a otros para así sentirse algo valiosos. No están habituados a ser tratados con afecto, sólo como un trozo de carne bombeada con sangre, objetos de placer. Limitados mental y emocional... masculinidad en tiempos de apps.